La bondad, esa fuerza que no hace ruido

Hay clientes que te recuerdan por qué amas este trabajo.
No por lo que gastan, sino por lo que devuelven: respeto, gratitud, humanidad.
Eso es lo que significa para mí trabajar con el público: dar lo mejor de mí, compatible con lo que puedo ofrecer. No cada dos días, no por comodidad, sino porque es mi forma de estar en las cosas.
Y a veces ocurre algo raro y precioso: se ve el compromiso. No se da por sentado.
Hay quien lo reconoce, lo acoge y lo devuelve en forma de amabilidad.
Una palabra pronunciada desde el corazón. Una respuesta espontánea. Un gesto que no era debido.
Sabemos que no siempre es así.
Pero cuando ocurre, marca la diferencia. Porque nos recuerda que la amabilidad no es una formalidad: es una fuerza que crea valor, para todos.
Trabajar con cuidados es una cuestión de dignidad, no (sólo) un cálculo, ni económico ni relacional.
Uno no es amable "si el otro lo es". Se es amable por elección. Incluso cuando no es correspondida.
La verdadera bondad no es ni debilidad ni estrategia.
Es elección. Es presencia. Es una forma de valor que se propaga en silencio y es contagiosa.
No siempre se ve. No siempre es recíproca.
Pero cuando se encuentra, la auténtica amabilidad deja huella.
Me encantaría leer tus reflexiones o alguna anécdota que te haya ocurrido. Alguna vez has recibido u ofrecido un gesto de amabilidad con el corazón abierto?
En la sección Historias de la brisa compartimos pensamientos, visiones y palabras auténticas. Creamos artículos, entrevistas y contenidos cuando algo realmente nos inspira.
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